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  • Foto del escritorAlejandro Molowny

Abrazar nuestro caos

Estamos en una época en la que elegimos vivir decepcionados con la vida para no sentirnos decepcionados. Tratando de insensibilizarnos del dolor o de la debilidad emocional, obviando que, cuando rechazamos aquello que nos da sombra irremediablemente ocultamos parte de nuestra luz. Anulamos nuestra capacidad de emocionarnos por miedo a sufrir. No mostramos nuestras rarezas por miedo a no conectarnos con los demás, consiguiendo así, el efecto contrario, estableciendo vínculos a medias. Nuestra necesidad de pertenencia nos corta las alas en lugar de dárnosla. Y todo, porque renegamos de una parte de nosotros. Porque nacimos perfectamente imperfectos y nos volvieron imperfectamente perfectos, tratando de vivir en el orden sin aceptar nuestro caos. Aún no estoy preparado, no soy lo suficientemente bueno, no sé lo suficiente, no es lo suficientemente seguro, me falta mucho para, y sin embargo, nunca discutimos sobre si somos lo suficientemente extraordinarios. Hay que abrazar a nuestro caos. Sentir la armonía que te da saber que no te hace falta ordenar nada, que está todo en un impecable desorden. Saber que lo perfecto es enemigo de lo auténtico y que el miedo es el recuerdo necesario que impulsa a tu valentía a vivir fiel a tus valores. No tratemos de ordenar nuestro desorden ni de ocultar nuestras contradicciones. Porque la vida no es algo que ordenar ni esconder sino algo que disfrutar tal cual es. Y uno, muchas veces, necesita nadar en el caos para poder respirar.

Y para todos aquellos que te dicen lo que tienes que hacer y lo que no, los que tratan de darte recetas únicas, los que ponen el acento sobre lo que te falta y no sobre lo que ya tienes, los que tratan de impedirte que te equivoques. ¡Que se compren una vida! y dejen vivir al resto como quieran.

Y sepan que la vida es para; Los que se arriesgan sin importar el resultado. Los que se emocionan sin miedo a parecer débiles. Los que se equivocan y siguen equivocándose.

Los que ni ganan ni pierden sino que eligen vivir. Y los que se permiten sufrir sin hacer del sufrimiento un estilo de vida, porque eso quiere decir que amaron de verdad y volverán hacerlo.

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