Allí donde solíamos soñar no había techos ni paredes
solo encuentros de niños jugando a ser mayor
queriendo pintar infinitos futuros de colores
Allí solíamos tratar de crecer
refugiándonos en lo prohibido, acariciando lo diferente.
Con la sensación de que todo se convertía en posible si lo imaginábamos.
Allí cada día era algo nuevo que te hacía querer volver otro día más.
Allí habían anécdotas, sobre todo de las de reír sin sentido, habían historias de gente apasionante, curiosidades de viejos grupos rockeros a los que escuchábamos mientras nos encendíamos el primer cigarrillo.
Allí pasábamos las horas muertas más vivas de nuestra vida
Y los días se convirtieron en años y los sueños en anécdotas de viejos amigos jugando a no envejecer. La nostalgia empieza a pesar cada vez más en una mochila, en la que no va quedando espacio para lo que está por venir.
Ahora hemos cambiado los sueños por objetivos y la intuición por planificación. Con el único fin de seguir evitando el dolor que causa darte cuenta que por el camino olvidamos elegirnos.
Por eso HOY te recuerdo aquellos lugares en los que solías soñar, aquel rincón de la playa donde las olas rompen, aquellos bancos del parque llenos de cáscaras de pipas, aquel portal de una casa escondida, aquel cuarto en la azotea con la consola y pizzas o el que tú recuerdes.
Recuerda que esos sueños siempre han estado dentro de ti, recuerda que aunque todo haya cambiado, los sueños se adaptan y se transforman en nuevas oportunidades. Solo necesitas un lugar para dedicarles el tiempo que antes te faltó.
Aquí y ahora donde suelo soñar no hay techos ni paredes.