top of page
aziz-acharki-290990-unsplash.jpg
Blog: Bienvenidos
Blog: Blog2
Buscar
  • Foto del escritorAlejandro Molowny

Dejar la mirada crítica

No sé decir el momento exacto en que sucedió. Más bien fue un proceso lento lleno de señales que me estaban indicando que me faltaba aire. Aire de vida. Que se me apagaba la luz y que algo en mí se desinflaba. Incluso mi cuerpo lo somatizó en forma de neumotórax espontáneo. ¿Casualidad? Tomaba decisiones basadas en un currículo en el que los espacios en blanco estaban prohibidos. Sin embargo era en esos espacios en blanco donde más ansiaba aprender. Mi vida era un continuo laberinto dentro de un calendario programado por otros. A la vez, dentro de mí, se iba expandiendo ,cual enredadera, una sensación de vacío. Y ahí estaba yo, apunto de cruzar el umbral entre dos mundos. Dispuesto a verme como nunca lo había hecho. Los fantasmas de Dickens me esperaban. Entré. Lleno de miedo. Pero con poco que perder y mucho que explorar. Me llevaron al pasado. Ahí vi a un chiquillo muy feliz, curioso, observador y algo tímido. Un niño con alta sensibilidad que necesitaba del cariño y amor de los demás para sobrevivir. Un niño que no entendía porqué le empujaban a vivir fuera de él, alimentando la sensación de que algo le faltaba. De que algo no estaba bien en él y que necesitaba luchar para sentirse merecedor de afecto. Ahí empezó la batalla. Luego vi al adolescente lleno de rabia que en busca de su individualidad se le corregía constantemente para que cumpliera con lo establecido. Más tarde llegó el payaso. El que pensaba que la vida tenía que ser todo diversión para rebajar este sin sentido. Y llegó. Sí. La falta de sentido. El recuerdo de que algo me faltaba. Y se fue. Sí. El entusiasmo por la vida. La ilusión por las pequeñas cosas. Mi mirada ya no era la misma. Contemplaba la realidad con unas gafas negras. Desayunaba con mi oscuridad, quien me recordaba todo aquello que no quería ver; mi rabia contenida mientras flagelaba a mi tristeza, mi incapacidad de sentirme feliz teniéndolo todo, mi crítica feroz ante el mundo pero sobre todo ante mí. Mi vida era como estar sentado delante del televisor criticando a destajo. Un simple espectador con alardes de sabiduría. Y la vida me susurraba “Hey, aquí estoy. No te preocupes que todas las mañanas pasaré por delante de tu puerta hasta que un día decidas abrirme” Y entré. Y empecé a sentir. A darme importancia por quién era. Y solté. Y empecé a vivir. Fuera juicios. Fuera críticas. Decidí dejar la mirada crítica y la cambié por la mirada bondadosa. De repente me sentí más yo. Como si hubiera encontrado el traje perfecto. Decidí escuchar mi cuerpo y expresar mi verdadera voz. Y aunque era raro, era mío y eso me hacía sentir especial. Yo no pretendo cambiar el mundo ni decir a la gente lo que tiene que hacer. Solo sé que cuando descubrí la mirada bondadosa todo cambió para mí. Ahora me relaciono con amor. Veo a las personas y admiro lo que tienen y lo que pueden llegar a ser. Lo que falta no me interesa. El mundo ya está lleno de personas con esa función. Yo prefiero admirar. Porque yo sufrí la crítica. Porque se lo que es sentirse ahogado cuando vives desde lo que te falta. La vida es inclasificable. A veces hay momentos difíciles y otros muy buenos. Pero la mirada con la que la afrontamos lo cambia todo. Y mi mirada es la que es por mis historias. Las que me han pasado, las que me cuento y las que decido creerme. Y he apostado por creer en el amor y la bondad. A mí es lo que me hace levantarme con ilusión y ganas de vivir. Saber que cada día es un día nuevo para repartir amor, porque como dicen el amor es lo único que crece cuando se comparte.

3 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page