Lo que en la infancia era eterno, ahora es efímero. Pocas cosas son tan preciadas como el tiempo. El “cuando tenga tiempo” se convierte en nuestra mejor excusa para ver pasar la vida por la ventana.
Saturados de planes, llenamos cada hueco vacío de la agenda. Hasta el tiempo de disfrute tiene horario y fecha en el calendario.
Las preocupaciones asomando por el futuro y la insatisfacción acercándose por el pasado nos impiden disfrutar de la belleza que rodea cada movimiento del universo. Ese que no tiene fecha sino que está sucediendo continuamente.
La vida son continuos momentos, instantes cargados de emoción y belleza cotidiana que nos perdemos por estar mirando en otra dirección. Nos desequilibramos pretendiendo controlar el tiempo y eso es una ilusión que nos ciega. El equilibrio es la certeza de saber que nos encontramos justo donde debemos estar.
Es entonces cuando nos damos cuenta que caerse tiene una intención natural, la de recordarnos que somos nosotros quienes pasamos a través del tiempo y no al revés. Así que súbete al tren de la vida, ese que pasa continuamente, lo veas o no. Y es que uno no deja escapar trenes, simplemente se prepara para dejar todo lo que una vez fue.
Por eso, hoy te propongo que busques esos pequeños instantes que te hacen ser tú mismo, rodearte de esas personas que sacan lo mejor de ti, donde la complicidad se palpa no sólo al hablarse, sino al sentirse, al mirarse, al reírse. Contemplar los milagros de la vida, los colores de un amanecer, la suave brisa que pasea por tu piel. Los encuentros inesperados, la complicidad de una mirada, el sol en tu espalda, un paseo en la solitaria noche, un silencio plagado de verdad, la magia de compartir un café y permitirte parar el tiempo, porque solo tú eres dueño de tu tiempo y las pequeñas cosas que te hacen sentir y ser no ocupan tiempo, sino que lo expanden.
Y como resultado de ese amor por la vida, empezarás atraer a personas más afines a ti y cada momento que pases se convertirá en un instante eterno. En el viaje de la vida no importa lo lejos que llegues, sino cuanto te expandes. Expande tu alma, tu conciencia, tu corazón y tu ser. De esa manera tus vacíos internos desaparecerán, y el tiempo, seguirá pasando, pero eso a ti, ya no te preocupará.