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  • Foto del escritorAlejandro Molowny

Vuelve a tus raíces

Hay un momento en la vida que toca mirarse delante de un espejo y preguntarle a tu reflejo ¿quién soy? Retarte a ti mismo y ver más allá de lo que crees proyectar. Encontrar nuevas preguntas que cuestionen tus afirmaciones, porque, quien afirma retrocede, pero quien cuestiona avanza. Ser honesto, sin mentiras ni justificaciones, equilibrar ese exceso de razón con el lenguaje del alma, la emoción.

Cuestionar tus creencias y tus ideas, por muy bien adornadas que estén por palabras, piensa que, igual son las mismas que te están impidiendo saborear lo dulce de la vida. Porque las palabras que callamos son las que nos pueden salvar. Y la prisa en que andamos sumergida no es buena consejera. Porque lo urgente oscurece lo importante. Y lo importante necesita de agua y luz como quien siembra una semilla. Es necesario adaptarse al ritmo natural de las cosas.

El bambú, por ejemplo, es la planta que más rápido crece del mundo, un metro diario, sin embargo, las semillas de bambú no germinan hasta pasado los siete años, tiempo que pasan echando raíces. Hay aspectos que antes de manifestarse fuera lo hacen dentro, por eso, es vital seguir regando y tener paciencia. Todo llega para quien sabe esperar. Al contrario que el bambú, las personas, en su impaciencia, miran más hacia fuera que hacia dentro. Queremos crecer rápidamente sin tener unas raíces consolidadas y crecemos débiles y sin rumbo. Juzgamos a los demás por lo que se ve y no por lo que hay debajo. Nuestra mirada racional nos causa ceguera emocional.


Vuelve a tus raíces, recuerda tus valores, cuestiona tus creencias, siéntete libre por ser esa persona que deseas ser y no la que otros quieren que seas. Riega con coherencia y ten paciencia, el sol sale todos los día y entonces, cuando menos te lo esperes obtendrás tu fruto y empezarás a vivir en lugar de sobrevivir. Acepta tus imperfecciones ya que la vida será perfecta cuando cambies la palabra perfecta por “cómo a mí me apetezca vivirla”.

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